Ausente de mí vivo y muero.
Fugaz en la armonía de un fragmento.
Ausente de mí vivo y muero.
Fugaz en la armonía de un fragmento.
De la naturaleza,
del amor terreno.
Del chasquido de la cola del pez
cuando salta en el aire.
De las corolas,
desnudas de pétalos
por dejar paso a la vida
burlando así a la muerte
en una proeza.
Había cumplido ya los sesenta
sintió por segunda vez la orfandad.
Le dejaron dos millones
era cuanto tenían.
Se lo dieron todo.
Pidió al banco un millón hipotecando la casa
y con los tres construyó una plaza de garaje.
La vendió por cinco.
Hoy vive en un nicho soleado
con vistas a los chopos.
Rodeada de los suyos.
… Así es el tiempo,
cadencia de una nube.
Revuélcate por este instante
que tanto te pertenece.
Deja que el vello de tu cuerpo se temple
bajo el hermoso lomo arqueado de la bestia.
Complácete.
Mezcla la suma brevedad de la vida
con el eterno esplendor de la milésima.